Hoy retomo este blog tras un largo periodo de sequía. Poca agua y muchas nueces motivadas por la ausencia de Internet y el exceso de novedades. Ciudad nueva, trabajo nuevo, casa nueva, amigos en la distancia y familia por vía telefónica. Aquí he encontrado mucha gente que quizá no da demasiada importancia a este coctel de sensaciones pero lo cierto es que a mí tanta novedad me ha tenido muy entretenida.
Hoy retomo este rincón de pensamientos esculpidos con el cincel de la palabra. Retomo mi pequeño espacio de intimidad compartida. Y precisamente para este reestreno he elegido un tema que creo que va como anillo al dedo. ¡Un libro! ¡Dos libros! ¡Tres libros!
Desde que aterricé en Barcelona, si hay algo que he potenciado es la lectura. Cada día paso varias horas muertas en transportes públicos de manera que para matarlas como dios manda decidí llevar siempre en la recámara un libro. Ninguno destacable hasta llegar a “Verónika decide morir”. Me he desvirgado en lo que a Paulo Coelho se refiere y la experiencia ha sido como un primer polvo. Comenzó no gustándome y ha terminado sorprendiéndome para bien. Si alguien quiere reflexionar sobre la esencia de la vida y los motivos que tenemos para abrir los ojos y levantarnos cada mañana le recomiendo que no se lo pierda.
Y si queremos seguir con el tema de tesoros literarios… creo que tengo que hacer un ejercicio de regresión y despertarme unos 20 años atrás. Por aquel entonces cayó en mis manos uno de esos libros de tapas duras envejecidas y páginas poco más gruesas que el papel cebolla. Era de mi madre y creo que llevaba varios años en las estanterías de casa acumulando polvo. Se titulaba “Llamad a cualquier puerta” (más tarde Humphrey Bogart protagonizaría una exitosa película con el mismo título).
Un libro duro e inteligente que supuso el inicio de mi idilio con la literatura. Sigue siendo mi preferido y creo que el ejemplar que lo destituya está todavía por escribir…
Luego llegó a mi vida Márgaret Mitchell y su “Lo que el viento se llevó”. Aquí, el sector masculino pensará que es una moñada, una pastelada. Pues no señores. Es un estupendo retrato de la guerra de Secesión Norteamericana escrito con un lenguaje claro y directo que te engancha durante más de mil páginas, que ya es decir…¿La peli? Bueno, tampoco está naaaada mal...
Por supuesto, para gustos colores pero si me hacen elegir tres “tesoros” así, sin pensarlo demasiado, me quedo con estos tres. Y como las vías del Vallés me arrastran irremediablemente a seguir leyendo compulsivamente… siempre podremos seguir descubriendo cosicas (como dirían en mi tierra).
Me alegro de tu vuelta a escribir, que sepas que ese libro "Llamad a cualquier puerta" de Walter Motley, es de tu padre y es la vida que no se debe seguir. Sigue leyemdo y sigue escribiendo que tu familia telefónica te sigue. Besos
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