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viernes, 21 de enero de 2011

Toda una vida . . .

No recuerdo cuando decidí que quería ser periodista. Supongo que fue algo así al estilo de “mamá, quiero ser artista”, poco más o menos.  Cuando estudiaba BUP y COU no existía ninguna facultad de periodismo o comunicación en Zaragoza. Sin embargo, a los 16 años, que es cuando tienes que decidir entre ciencias o letras, yo ya estaba empeñada. “Periodismo, periodismo, periodismo…”. Mis padres removieron Roma con Santiago, y nunca mejor dicho, porque preguntaron en Pamplona (el OPUS) los costes de la facultad de periodismo. Caro no, lo siguiente. De manera que mi vocación tuvo que dar un pequeño rodeo. 

Terminé estudiando Ciencias Químicas. En segundo de carrera me aburría tanta fórmula y tanto polvito encerrado en probetas y me planté. “Papá, quiero ser periodista”. Papá fue a preguntar a una facultad privada nueva en la que enseñaban a uno a ser comunicador. Pero claro… caro no, lo siguiente. En vista de que o le daba a las decantaciones o terminaba de azafata toda la vida, terminé la carrera. Como yo en esto del trabajo suelo ser afortunada, empecé a trabar enseguida. Cuatro años en un departamento de Calidad y Medioambiente ejerciendo con la bata blanca… Pero un buen día, leyendo el periódico, escondido en la esquina de una página par, lo vi: Máster en Comunicación y Periodismo de Heraldo de Aragón, plazas limitadas, comienza en septiembre. 

Mi jefe se quedó ojiplático cuando le comuniqué la decisión de dejar mi puesto de trabajo porque quería volver a estudiar. Por fin iba a cumplir mi sueño. Iba a ser periodista. Colgué la bata y me compré cuadernos nuevos. Sinceramente, no tenía ni idea de donde me metía pero no me faltaba ilusión y ese es el único ingrediente imprescindible para llegar donde te propongas. 

Y así, con ilusión, mucho esfuerzo, trabajo y ganas, llegaron mis colaboraciones en la sección de deportes de Heraldo de Aragón y poco más tarde mi puesto en ZTV. Varios años trabajando todos los días, de lunes a domingo, y haciendo doblete muchos de ellos. Cumpleaños, fiestas, viajes… que nunca llegaron porque tocaba trabajar… Fue una especie de inversión de futuro. Había que recuperar el tiempo perdido y yo lo hice, y creo que lo hice bien. 

Ser becaria con 28 años, es duro de llevar. Pasar de cobrar un señor suelo (de licenciada en Químicas) a una miseria acorde con el último mono de ZTV, es más duro si cabe. Pero lo supe llevar con dignidad. Sobre todo, lo supe llevar porque me entusiasmaba mi trabajo. 

Primero en la calle, de plaza en plaza, dando mil vueltas al ruedo con mi alcachofa. Bailé y canté con quien quiso hacerlo…


Llegó luego la EXPO y allí crecí como profesional. Casi tres años después, la gente en la calle me sigue parando para preguntarme: ¿tú no eres la rubica de la EXPO? 


Dirigir, producir y editar un programa fue mi siguiente reto. La bata blanca quedaba ya muy lejos y  mis sueños mucho más cerca. En esta etapa tuve la oportunidad de conocer a los más grandes del panorama aragonés: al siempre entrañable Labordeta, a Marianico el Corto, a Miguel Mena… entre muchos, muchísimos otros…


Por último, la horma de mi zapato, un programa de deportes en directo. Primero como reportera.


Luego, como presentadora.


Por fin la bata de química estaba completamente olvidada. Y hasta aquí llegamos. 


Un  alto en el camino pero solo para coger aire. Hay mucho por recorrer. En esta profesión el camino es tan largo como largo es el horizonte que delimita el comienzo de tus sueños.  

jueves, 20 de enero de 2011

Nuevos aires


Te levantas por la mañana y es extraño. Miras por la ventana y la casa de enfrente no te resulta familiar. Ni siquiera reconoces la tonalidad del cielo y mucho menos el olor, ese olor a hogar tan propio de todo aquello que forma parte de tus rutinas. En la calle no hay cierzo. La vida transcurre misteriosamente reposada sin esa bofetada fría. El ruido de fondo tampoco es el de siempre, aquí no suena a castañuelas, suena a otra cosa. 

Entonces empiezas a echar de menos la Calle Alfonso y a sus espontáneos, 


el Paseo Independencia con la castañera de las manos arrugadas 



y los pinchos, sobre todo los pinchos. Aquí nadie sabe lo que es un huevo “cojonudo”, o un jamón batido. 


 Aquí nadie “pierde el tiempo” tomando unos vinos. De hecho… aquí nadie pierde el tiempo. 

Las horas al volante se multiplican 


y cada tarde puedes disfrutar de cientos de miles de lucecitas que parpadean como queriendo avisarte de lo que se esconde mas allá de la oscuridad. Mientras, tú conduces y dejas volar tu imaginación hacia quién sabe dónde. Probablemente hacia una tasca sucia pero alegre en la que en esos momentos habrá un buen número de colegas enjugando los sinsabores del día con una buena ración de Ámbar.
Aquí no hay Ámbar, hay Xibeca y hasta eso suena raro. 

Son los primeros días, las primeras sensaciones que seguramente desaparecerán y caerán en el olvido. La casa de enfrente, el murmullo del Mediterráneo, las luces al otro lado del cristal del coche, en breve serán parte de mi vida y no sonarán tan extrañas. Eso sí, por mis venas siempre palpitará el run run de unas castañuelas, aunque aquí nadie sepa remangarse la falda y marcarse una jotica. 


martes, 11 de enero de 2011

Fumando espero...


“El fumar me va a matar”, decía un pobre ciudadano después de que una cornisa le abriera la cabeza mientras fumaba tranquilamente a las puertas de un bar. El colmo de los colmos. Parece que a partir de ahora no serán las colillas las que acaben con la vida de las personas sino las cornisas y, cómo no, las pulmonías… 


A mí esto de la ley antitabaco empieza a sonarme a chiste. Será porque nunca he fumado y la ley en lo único que me va a afectar es en que podré, al fin y después de 32 años, respirar tranquilamente en bares, restaurantes y discotecas. De verdad, que me perdonen los fumadores compulsivos, pero me hace gracia ver a los propietarios de los bares encabronados destrozando a hachazos las máquinas de tabaco. En España no se lleva nada bien el tema de las prohibiciones. Siempre pasa lo mismo. Nos dicen que no podemos hacer algo nocivo para nosotros (para quien todavía no lo sepa, el tabaco lleva alquitrán y muchas mierdas y ¡¡mata!!) y nos enrabietamos cual niños de teta.


Ahora bien, creo que el fondo de la cuestión está mal planteado desde hace años. Considero un acto de hipocresía el empezar a poner peros a una industria gracias a la cual el gobierno español se embolsa 9.000 millones de euros cada año. Enganchamos a la población al piti, llenamos el bolsillo y luego ponemos peros… Eso es feo, muy feo. Hace no tantos años era símbolo de distinción para una señorita tener un elegante cigarrillo entre los dedos, sino que se lo digan a Sarita Montiel. 


Resulta que ahora los fumadores son unos apestados. Cómo cambian los tiempos y qué suerte tenemos los que nunca caímos en las garras de la nicotina.
Los propietarios de los bares están que trinan y en el fondo los entiendo. Hace dos años, muchos fueron los que tuvieron que invertir varios milloncejos de las antiguas pesetas en estructuras para separar la zona de Fumadores de la de No Fumadores. Parece que aquello fue para nada y ahora nadie va a devolverles un duro. 

Hasta aquí, lo entiendo todo e incluso me uno a la causa. Pero señores, las cosas son como son. Los fumadores pasivos nos hemos tragado su humo durante muchos años con y sin consentimiento. Ahora nos toca a nosotros respirar a pleno pulmón. Que el Gobierno saca tajada de ésto, que ahora son ustedes los fumadores los que pagan los platos rotos…. Es una pena… Pero yo, por fin, podré comerme un chuletón sin que nadie ose echarme una bocanada de humo a la cara.

lunes, 3 de enero de 2011

Un poquito de ética por favor

La ética periodística podríamos decir que se compone del conjunto de normas que regulan la conciencia profesional de un informador. La profesión de periodista es apasionante pero últimamente son muchos, sobre todo en el medio audiovisual, los que deben estar quedándose sin conciencia. Gracias a ellos, los que nos consideramos comunicadores honrados sentimos vergüenza ajena de nuestros propios colegas. ¿Desde cuando es ético entrar a una propiedad privada y grabar sin permiso? ¿Desde cuando es ético no respetar el derecho a la intimidad de personas anónimas?
Criticamos mucho a Tele 5 por sus prácticas, en ocasiones, poco ortodoxas pero lamentablemente no son los únicos. En los últimos días, Aragón Televisión ha vulnerado el derecho a la intimidad de algunas personas que a día de hoy se preguntan si tendrán algún derecho a poner una denuncia. 

Pongamos un ejemplo bastante próximo a la realidad…

Un buen día, un equipo de Aragón Televisión se planta en tu lugar de trabajo, una chatarrería, cámara en mano preguntando si les das permiso para grabar. Tú les contestas que no. Ellos insisten y te instan a que hables sobre la actual situación de los robos de cobre. Tú les dices que no quieres ser partícipe de ningún reportaje para Televisión y “off the record” les explicas lo que sabes sobre el tema dejando muy claro que no quieres aparecer en pantalla (ni tú, ni tu empresa). Varios días después tú y tu empresa sois los protagonistas de la sección del Informativo “En Primer Plano” de Aragón Televisión. El equipo de esta cadena, al que amablemente atendiste y al que dejaste clara tu postura de no aparecer en pantalla, llevaba la cámara colgada del brazo pero encendida y no solo te han grabado a ti, sino a todos tus empleados. Eso si, han tenido la decencia de pixelarte la cara. 

Tras ver esto a mí me surgen muchas preguntas. ¿Dónde está el límite entre la información y el derecho a la intimidad? Si soy periodista, ¿puedo hacer lo que me dé la gana con una cámara oculta? Si soy un ciudadano normal, ¿dónde empiezan mis derechos ante casos como estos?
No pretendo con esto aleccionar a nadie. Simplemente busco remover conciencias y que cada uno continúe trabajando siguiendo los preceptos de siempre: el respeto a la verdad y a la libertad de expresión. Eso sí, sin dejar de lado a las personas que son las grandes olvidadas en este siglo XXI.  Si pasas por encima de los derechos del que tienes alado probablemente tu trabajo no valga la pena.
Hemos cambiado el cero por el uno, ya estamos en el 2011, y yo para este año voy a pedir una cosa: un poquito más de moral en los medios de comunicación, que buena falta nos hace.

Y ahora un poquito de sentido del humor, que buena falta nos hace también...