“El fumar me va a matar”, decía un pobre ciudadano después de que una cornisa le abriera la cabeza mientras fumaba tranquilamente a las puertas de un bar. El colmo de los colmos. Parece que a partir de ahora no serán las colillas las que acaben con la vida de las personas sino las cornisas y, cómo no, las pulmonías…
A mí esto de la ley antitabaco empieza a sonarme a chiste. Será porque nunca he fumado y la ley en lo único que me va a afectar es en que podré, al fin y después de 32 años, respirar tranquilamente en bares, restaurantes y discotecas. De verdad, que me perdonen los fumadores compulsivos, pero me hace gracia ver a los propietarios de los bares encabronados destrozando a hachazos las máquinas de tabaco. En España no se lleva nada bien el tema de las prohibiciones. Siempre pasa lo mismo. Nos dicen que no podemos hacer algo nocivo para nosotros (para quien todavía no lo sepa, el tabaco lleva alquitrán y muchas mierdas y ¡¡mata!!) y nos enrabietamos cual niños de teta.
Ahora bien, creo que el fondo de la cuestión está mal planteado desde hace años. Considero un acto de hipocresía el empezar a poner peros a una industria gracias a la cual el gobierno español se embolsa 9.000 millones de euros cada año. Enganchamos a la población al piti, llenamos el bolsillo y luego ponemos peros… Eso es feo, muy feo. Hace no tantos años era símbolo de distinción para una señorita tener un elegante cigarrillo entre los dedos, sino que se lo digan a Sarita Montiel.
Resulta que ahora los fumadores son unos apestados. Cómo cambian los tiempos y qué suerte tenemos los que nunca caímos en las garras de la nicotina.
Los propietarios de los bares están que trinan y en el fondo los entiendo. Hace dos años, muchos fueron los que tuvieron que invertir varios milloncejos de las antiguas pesetas en estructuras para separar la zona de Fumadores de la de No Fumadores. Parece que aquello fue para nada y ahora nadie va a devolverles un duro.
Hasta aquí, lo entiendo todo e incluso me uno a la causa. Pero señores, las cosas son como son. Los fumadores pasivos nos hemos tragado su humo durante muchos años con y sin consentimiento. Ahora nos toca a nosotros respirar a pleno pulmón. Que el Gobierno saca tajada de ésto, que ahora son ustedes los fumadores los que pagan los platos rotos…. Es una pena… Pero yo, por fin, podré comerme un chuletón sin que nadie ose echarme una bocanada de humo a la cara.
A ver si nos animamos, se acabó el humo en recintos cerrados, lo peor de todo ha sido el gasto que han tenido los locales que han condicionado espacios para fumadores que ahora no sirven para nada; pero pese a nuestra reticencias, esto pasará y la gente volvera a acudir a los locales como si nada.
ResponderEliminarSmi sin humos