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martes, 22 de noviembre de 2011

¡¡¡Monetízame otra vez!!!


Monetizar, monetizar y monetizar. Se ha convertido en la palabra de moda. Hace 10 años apenas sabía encender un PC, ahora me planteo ganar dinero a través de cada uno de los recovecos que esconde Internet. 

Un buen día descubro que aquel vídeo que colgué  en Youtube durante mis prácticas del Máster de Comunicación tiene más de 200.000 visitas. Desde entonces he hecho muchos vídeos, unos mejores, otros peores, ninguno ha cosechado tanto éxito. Aquella primera probatina era eso, una probatina. Dos muñecos de Navidad bailando sin demasiado contenido, la verdad. Y resulta que la gente los ve, gustan y sin comerlo ni beberlo se han posicionado en la primera página de Youtube si buscamos “Muñecos de Navidad”.


Actualmente estoy trabajando en una empresa que se dedica a hacer vídeos, que busca posicionarlos bien, que quiere visitas y más visitas. Tenemos medios profesionales y un equipo que invierte todos sus esfuerzos en hacer trabajos más que dignos… Pues bien, me juego las dos manos y un pie a que nunca conseguiremos 200.000 visitas en ninguno de esos vídeos. La gente prefiere ver un perro cagando en una maceta, un bebe reventado de risa o dos muñecos de navidad haciendo el canelo antes que invertir unos minutos en un vídeo digno y didáctico. Así están las cosas. Así están los medios de comunicación. Así está la red y así estamos todos.
Yo por mi parte intentaré aprovechar la coyuntura. ¿Qué triunfan las historias de conejos?? Pues convertimos a bizcocha en actriz protagonista.


Y mientras, vamos monetizando. Monetizando los vídeos, los blogs y si te descuidas terminaremos monetizando también nuestro perfil de Facebook. ¡¡¡A 0,5 céntimos la foto señores, cliquen y vean!!! El escenario ya no está en los teatros, lo tenemos aquí delante. Se ha trasladado a las pantallas de manera que arriba el telón que ¡comienza la función!!

lunes, 21 de noviembre de 2011

Meros espectadores en el temporal

Ayer celebramos la fiesta de la democracia, típico tópico. Unos con más ilusión, otros con menos, nos levantamos con una única misión dominguera; ir a votar. Yo sinceramente ejercí mi derecho al voto sin demasiada convicción. Me acerqué a los montoncitos de papeletas todavía con dudas, muchas dudas. Repasé de izquierda a derecha, y nunca mejor dicho, las opciones que reposaban sin pena ni gloria sobre la mesa electoral y elegí la que menos grima me daba. Y ojo, digo la que menos porque grima me dieron todas. 

Parece mentira porque he crecido rodeada de rojos, de bermellones más bien, y mira la tesitura en la que nos encontramos. Y es que ahora la política ya no entiende de colores. Desde la Moncloa hemos pasado a ver el mundo en blanco y negro, con alguna degradación en la escala de grises si las cosas se ponen feas… Aquí  ya no hay rojos porque la paleta de colores del arcoíris se quedó pintada en los primeros tiempos de la democracia. 

Ayer los españoles dejaron claro que quieren que España conduzca por la derecha. Rajoy se llevó el gato al agua en una noche en la que se demostró que cuando ganamos lo celebramos todos y cuando perdemos nos quedamos más solos que la una. Sinceramente Rubalcaba me dio pena cuando salió a la palestra. Pena compasiva, como la que sientes por un vecino entrañable  que te cuenta que las cosas no le van bien.  
 



Hoy son  muchos los que hablan de “cambio”, de “esperanza”. Son muchos los que piensan que las cosas van a dar un giro de 180º para bien… Yo pienso que aquí nadie va a salir de la crisis de rositas. Vamos a tardar mucho en superar estos índices de paro. Vamos a pagar más por menos. Vamos a vivir unos cuantos años más con el cinturón cortándonos la circulación y vamos a pasarlo mal, sea quien sea el “Gran Hermano” que nos vigile desde la Moncloa.   

La suerte está echada desde hace tiempo e, independientemente de lo que pasara ayer, vamos a tener que pagar un precio muy caro por los errores de cuatro prepotentes. Porque tengo muy claro que hemos votado, que hemos tenido la oportunidad de expresarnos, pero no nos engañemos, en el tema de la crisis hemos sido y seremos meros espectadores. Aquí ni pinchamos ni cortamos. Ahora sabemos lo que es el Ibex 35, la prima de riesgo… nos hemos puesto a empollar sobre economía y parecemos todos corredores de bolsa. ¿Para qué?  Para nada señores, para verlas venir, vaciar los bolsillos y seguir soñando. 



miércoles, 16 de noviembre de 2011

De vuelta a la letra

Hoy retomo este blog tras un largo periodo de sequía. Poca agua y muchas nueces motivadas por la ausencia de Internet y el exceso de novedades. Ciudad nueva, trabajo nuevo, casa nueva, amigos en la distancia y familia por vía telefónica. Aquí he encontrado mucha gente que quizá no da demasiada importancia a este coctel de sensaciones pero lo cierto es que a mí tanta novedad me ha tenido muy entretenida. 

Hoy retomo este rincón de pensamientos esculpidos con el cincel de la palabra. Retomo mi pequeño espacio de intimidad compartida. Y precisamente para este reestreno he elegido un tema que creo que va como anillo al dedo. ¡Un libro! ¡Dos libros! ¡Tres libros!

Desde que aterricé en Barcelona, si hay algo que he potenciado es la lectura. Cada día paso varias horas muertas en transportes públicos de manera que para matarlas como dios manda decidí llevar siempre en la recámara un libro. Ninguno destacable hasta llegar a “Verónika decide morir”. Me he desvirgado en lo que a Paulo Coelho se refiere y la experiencia ha sido como un primer polvo. Comenzó no gustándome y ha terminado sorprendiéndome para bien. Si alguien quiere reflexionar sobre la esencia de la vida y los motivos que tenemos para abrir los ojos y levantarnos cada mañana le recomiendo que no se lo pierda. 

Y si queremos seguir con el tema de tesoros literarios… creo que tengo que hacer un ejercicio de regresión y despertarme unos 20 años atrás. Por aquel entonces cayó en mis manos uno de esos libros  de tapas duras envejecidas y páginas poco más gruesas que el papel cebolla. Era de mi madre y creo que llevaba varios años en las estanterías de casa acumulando polvo. Se titulaba “Llamad a cualquier puerta” (más tarde Humphrey Bogart protagonizaría una exitosa película con el mismo título).


Un libro duro e inteligente que supuso el inicio de mi idilio con la literatura. Sigue siendo mi preferido y creo que el ejemplar que lo destituya está todavía por escribir… 

Luego llegó a mi vida Márgaret Mitchell y su “Lo que el viento se llevó”. Aquí, el sector masculino pensará que es una moñada, una pastelada. Pues no señores. Es un estupendo retrato de la guerra de Secesión Norteamericana escrito con un lenguaje claro y directo que te engancha durante más de mil páginas, que ya es decir…¿La peli? Bueno, tampoco está naaaada mal...


Por supuesto, para gustos colores pero si me hacen elegir tres “tesoros” así, sin pensarlo demasiado, me quedo con estos tres. Y como las vías del Vallés me arrastran irremediablemente a seguir leyendo compulsivamente… siempre podremos seguir descubriendo cosicas (como dirían en mi tierra).